Ya hay que despedirse de Ezio

Ezio Audiore de Florencia se ha convertido en uno de los protagonistas más carismáticos de la historia del videojuego. Lo ha logrado además con tan sólo dos aventuras a sus espaldas, siendo la que nos ocupa el cierre de la trilogía y, quizás, el fin de una era en los títulos de aventuras. Assassin's Creed: Revelations supone el fin de un etapa para esta franquicia, se cierra el círculo de sus protagonistas originales y se revelan los secretos que han rodeado tanto a Altair como a Ezio Auditore.

Casi como si se tratara del último capítulo de una temporada televisiva, es el culmen evolutivo de la línea marcada por los primeros juegos de esta saga. Por tanto todos los aficionados a este título saben lo que les espera: libertad total de movimientos, saltos sin fin, combates contra múltiples enemigos, decenas de secretos escondidos por localizaciones históricas y reales…

La principal novedad viene en esta ocasión por parte del escenario de la aventura, una Constantinopla inmensa y repleta de callejuelas, tejados y recovecos. Incluso sus habitantes contribuyen de forma activa para mostrar la ciudad más llena de vida vista hasta la fecha dentro de la franquicia. Más allá de esto, poco nuevo vamos a encontrar. Revelations se conforma con perfeccionar la fórmula de éxito de sus predecesores. Sólo las misiones de Desmond en primera persona, los nuevos movimientos y el prescindible sistema de defensa de guaridas al estilo tower defense tratan de elevar el listón.

Aunque lo cierto es que no es necesario, ya que incluso sin estos añadidos nos encontramos ante la mejor entrega de Assassin's Creed, lo cual es mucho decir. Quizás su mayor error sea no renovar su propuesta jugable, pero ¿realmente lo necesita?

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