Vídeojuegos violentos

Primero el cine, luego la televisión y ahora los videojuegos. Se han convertido en culpables de parte de la violencia juvenil. El último caso: la demonización de Final Fantasy VIII, un juego para PlayStation donde hay violencia, pero no más que en otros.

La gran mayoría está basada en combates; hay que acabar con el enemigo con un tiro certero, con un golpe de kárate o con una explosión que literalmente esparza los miembros del villano por la pantalla. Sin embargo, los informes, incluido el encargado por el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Javier Urra, al Colegio de Sociólogos, son incapaces de establecer una relación causa-efecto entre los videojuegos y la violencia juvenil

También hay una conclusión generalizada: tanto los juegos como determinadas películas sirven como guión del crimen. En cualquier caso, siempre que salta la polémica, las distribuidoras insisten en el lema que figura en los embalajes: «No recomendado para menores de 18 años», una advertencia dirigida sobre todo a los padres con apenas efectos disuasorios. Las acusaciones a los videojuegos vienen de lejos. Éstos son algunos de los que han creado escuela en este terreno.

Killer Instinct, a principios de los años 90, fue uno de los primeros juegos de lucha. Su título lo dice todo: Instinto asesino.

Duke Nukem superó a los demás por su calidad gráfica. Había que matar a todo lo que se pusiera por delante. No importaba el método.

Doom consiguió que la crítica se fijara en él por su violencia. Se lo relacionó con la masacre del instituto de Denver (EEUU).

Mortal Kombat fue uno de los pioneros en explorar las posibilidades de las artes marciales. En Quake se trata de matar con la herramienta que sea a todo ser, humano o no, que se cruce en nuestro camino. Va por la tercera entrega.

Carmageddon fue el primer juego denunciado. Lo que menos gustó: que dieran puntos extra por atropellar embarazadas o ancianos. Va por la segunda entrega.

Metal Gear Solid fue criticado por su posible incitación a las drogas: para calmar el pulso y dar en el blanco, el protagonista toma Diazepan.

Redneck Rampage es sinónimo de violencia rural ambientada en el profundo sur de EEUU.

En Knockkout Kings, sobre boxeo, los golpes se muestran con contundencia y la sangre marca cejas y pómulo, por ejemplo de Mohamed Alí.

Commandos, ambientado en la II Guerra Mundial y de desarrollo español, levantó la ira de los alemanes. La segunda entrega se prepara desde hace años.

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