McCartney de nuevo en la palestra

«Me horroriza justificarme. Me acuerdo que un día pregunté a George Martin si debíamos justificarnos continuamente. Me respondió que sí, que hasta en lo más mínimo. No podemos quedamos dormidos en los laureles. Probablemente, esta es la razón por la que sigo haciendo giras y grabando nuevos álbumes.» Error. Si en el pequeño mundo embrollado del rock hay alguien que no tiene necesidad de justificarse, este es, desde luego, Paul McCartney. Cuando uno tiene en su haber composiciones «inoxidables» al paso del tiempo del calibre de «Yesterday», «Eleanor Rigby», «Hey Jude» o «Lady Madonna», puede permitírselo absolutamente todo, sin ninguna vergüenza y sin la menor sombra de escrúpulos. Ya puede ser que se permita, por ejemplo, la regrabación de algunos temas ya típicos en un triste largometraje: «Give my regards to Broad Street» («Quería trabajar en una película.

Contacté con tres autores y les propuse que me escribiesen algo. Finalmente, decidí hacerlo yo mismo»). Actualmente, McCartney llega más lejos todavía. Tras pasar trece años caseros, encuadrados bajo el signo de la creación diletante y llenos de comidas vegetarianas («No por higiene alimenticia, sino porque a Linda y a mí nos gustan mucho los animales desde nuestra más tierna infancia»), de repente se decide por fin -al igual que lo ha hecho George Harrison e incluso, recientemente, Ringo Starr, a reemprender el camino.

Pero, icuidado! No le da igual hacerlo en cualquier contexto o circunstancia. El meollo del asunto es que se trata sobre todo de una militancia. Más que de gira, de lo que hay que hablar es de cruzada. ¿Cuál es esa noble causa? «Amigos de la Tierra», asociación ecológica fundada en 1971, que acaba de lanzar un amplio programa con el propósito de preservar el entorno forestal. El bajista le pasa a dicha organización un buen porcentaje de los beneficios de esta gira mundial, y a su vez populariza un folleto -fabricado, como el libro de bolsillo de «Flower in the Dirt», en papel reciclado-. Se distribuye gratuitamente -lo que provoca el hundimiento de los promotores- a la entrada de cada concierto. Así que este es el móvil. Por separado, los cuatro de Liverpool jamás han ido en contra de esta norma: ya puede tratarse de Bangladesh o de la Fórmula 1 -George, de desconsoladas feministas, John Sinclair y David Peel -John-, de la Budweiser y de los spaguetti western a pie -Ringo-. En cuanto al argumento, la cosa se complica un poco.

De entrada, McCartney derriba su carta maestra: los Beatles. Triple pantalla woodstockiana para un prólogo firmado por Richard Lester, el Quinto Fabde los años 1964-65, sobre «Qué noche la de aquel día». Esto dura un cuarto de hora largo y, en «De 1964 a ahora», pasan por allí Martin Luther King, John McEnroe, Muhamad Ali, Jomeini, Arafat, el menor de los Kennedy, Nixon, Walesa, el Concorde y Thatcher. Todo esto haciendo filigranas. A esto se le llama herencia. Y quizá también condicionamiento. Porque, cuando se baja el telón, a la vez que se sube de forma casi eucarística la plataforma rítmica, lo que más se siente es nostalgia.

Vestido de cura, como el resto de la orquesta, con excepción de Linda la «fierecilla», con una levita de espiguilla. El líder luce tres medallas de chocolate a la altura del pecho izquierdo, quizá para mofarse del ministro que se esfuerza en nombrarlo caballero de las Artes y las Letras. Debería desconfiar del brusco cambio británico. Al principio, intenta dar largas al asunto presentando, de entrada, algunos títulos anodinos, probablemente para seguir manteniendo las formas. Con un corto discurso pronunciado en la jerga local, recuerda «los viejos y agradables momentos vividos en esta grata ciudad de Hamburgo, con una pandilla juerguista de viejos compañeros». Con su aire habitual de persona divertida pero con aspecto serio («Y ahora una buena canción que no conocéis de nada), pasa a asuntos más serios, retrasando el momento de interpretar «Got to get you into my life», extraída de «Revolver», el álbum ilustrado por el bajista Klaus Voorman.

Comentarios

  1. Me gusta todo lo que tenga que ver con los Beatles ya que ha sido una de mis bandas favoritas. Espero alguna vez conseguir vuelos promocionales a Liverpool para conocer la mitica ciudad Inglesa

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