Aceite en lugar de sangre en los vídeojuegos

Ni los miembros de Pyro Studios, que confiaban ciegamente en una criatura por la que se han desvivido dos años, han removido bibliotecas, hemerotecas y hasta los archivos de la BBC y han acampado en la oficina para cumplir las fechas previstas, esperaban tales resultados.

De momento han aprovechado para firmar un segundo contrato para distribuir la adaptación de Commandos a videoconsola y una segunda versión del juego. El primer compromiso fue por un millón de dólares; el actual cuadruplica aquél, e Ignacio Pérez aún opina que podrían haber firmado por el doble.

Con estas perspectivas el negocio de los videojuegos se presenta como uno de los más prósperos. Y parece que al fin las empresas españolas tienen algo que decir. Rebel Act Studios ya tiene a punto Blade, que despertó gran interés en la prestigiosa Feria de Atlanta y por cuya distribución internacional también ha recibido más del millón de dólares. En cuanto a Pyro, trabaja en otros dos juegos que espera tan exitosos como Commandos.

Pero eso será en el futuro, probablemente entrado ya el nuevo milenio. Mucho más inminente es ver cómo evolucionará Commandos en EEUU. Desde su lanzamiento, el pasado 31 de agosto, ha vendido 130.000 unidades, una cantidad importante. Pero las previsiones del medio millón aún quedan lejos y el éxito en Europa no garantiza nada en América. Ante los responsables de Pyro Studios se presenta una misión más difícil que las que imaginaron para sus criaturas.

«Commandos» se ha convertido en el juego de moda en Alemania. Con 140.000 copias vendidas, lidera las listas y 10.000 carteles decoran paredes y autobuses en las principales ciudades del país.

Sin embargo, la versión para este país del juego difiere del resto y no sólo en el idioma. Ante las limitaciones que la legislación germana impone desde el final de la II Guerra Mundial, en la variante alemana de «Commandos» no aparecen esvásticas ni sangre roja y, en lugar de permanecer los cadáveres, los soldados desaparecen cuando son abatidos.

Andreas Lange, director del Museo de Juegos Interactivos de Berlín, reconoce que en su país hay ciertos problemas con la violencia en los juegos.

La Asociación de Productores de Juegos para Ordenadores de Alemania ha creado su propio organismo de autocontrol, que desde 1994 ha estudiado 3.300 juegos, de los que sólo ha rechazado un 0,5%. Son más, en cambio, los que, como «Commandos», han tenido que cambiar algo. El caso más conocido es el de «Command and Conquer», en el que los soldados, sustituidos por robots, expulsan aceite negro en vez de sangre.

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