Los juzgados de Barcelona precintan El Molino

El Molino cerró ayer sus puertas. Las aspas rojas que iluminaban el Paralelo desde principios de siglo se apagaron. El juzgado número 7 aceptó la quiebra que la empresa gestora, New Mills SL, había presentado el pasado 27 de octubre. «New Mills se ha visto en la obligación de solicitar la quiebra voluntaria a los Juzgados de Barcelona dada la precaria situación financiera del teatro», reconocía su administrador, Sergio Lozano.

Merche Mar y Yolanda Ramos, las dos primeras vedettes de Pluma y peineta, recogieron ayer por la tarde los objetos que guardaban en el teatro, al igual que el resto de la treintena de empleados. A primeras horas de la noche cerraron las puertas de la sala, que se construyó sobre el solar de La Pajarera donde ya a finales del XIX se ofrecían variedades. A principios de este siglo, el teatro tenía el nombre de Petit Palais, más tarde fue el Petit Moulin Rouge y despúes Moulin Rouge. En 1939, cambió su nombre por El Molino.

Ayer, al mediodía, los delegados sindicales recibieron una carta en la que la empresa les informaba de la quiebra y el cierre. Los trabajadores habían cobrado su último sueldo el pasado domingo. Pero, a muchos, la empresa les adeuda pagas extras o finiquitos de anteriores contratos. Deudas a proveedores, la necesidad de una reforma del edificio y, sobre todo, la falta de público, han agrandado el problema.

«La falta de público y el exceso de infraestructura técnica y humana para llevar a cabo este tipo de espectáculos» es la razón que alegó el administrador de New Mills SL, Sergio Lozano, en un comunicado que hizo público después de que El Molino cerrara sus puertas. Durante el pasado mes de septiembre, El Molino sólo ocupó el 15% de sus butacas. «El verdadero problema es la falta de público», aseguró ayer Gerard Rovira, uno de los delegados sindicales de los trabajadores.

Rovira, por la mañana, había recibido la notificación de la empresa de que el juzgado de primera instancia número 7 había declarado a New Mill SL en estado de quiebra. A los delegados sindicales les correspondió transmitir el cierre de El Molino al resto de los trabajadores. «Cuando he llegado casi no ha hecho falta que nadie me dijera nada. Todos estaban llorando. Nos han dejado que recogeriéramos nuestras cosas antes de que cerrarán las puertas del teatro», explicaba Yolanda Ramos, una de las vedettes de Pluma y peineta. Artistas, camareros y trabajadores de oficina se paseaban por el local recogiendo los recuerdos que habían acumulado a lo largo de los años. «Sabíamos que las cosas no iban bien, pero pensábamos que pasaríamos aquí las navidades», reconocían. «Pensábamos que la empresa podría pactar con los proveedores con los que tenía contraídas deudas», añadían.

En la carta, la empresa les comunicó que iniciará «en los próximos días un expediente de regulación de empleo en solicitud de la extinción de los contratos de la totalidad de la plantilla». Actualmente, en El Molino, entre artistas y empleados de la sala y las oficinas trabajaban cerca de treinta personas, muchas, como la vedette Merche Mar, ligadas a la casa desde hace más de una década.

La sala pidió sin éxito durante el último año ayuda a las cuatro administraciones: Ayuntamiento, Diputación, Generalitat y Ministerio. Les presentaron un proyecto de nueva gestión que diversificaba la oferta con que contaría la sala, aunque sin abandonar el cabaret.

«Barcelona, tan sólo tres meses después de perder a la célebre empresaria doña Vicenta Fernández Valle, artífice indiscutible del emblemático local, pierde también un importante género teatral único en toda Europa», concluye el comunicado que hizo público ayer la empresa. Por El Molino han desfilado a lo largo de los años artistas como María Yánez La Bella Dorita, Lita Claver La Maña, Mary Mistral, Estrellita Castro, Maty Mon, La Chunga, Gardenia Pulido, Escamillo, Diomny Pipper, Johnson y Antonio Vargas.

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