Donde queda relegada la mujer

Epítomes del dandismo fueron George Brummel, Byron, Oscar Wilde, Baudelaire o Barbey d'Aurevilly, cuyo bicentenario propicia la exposición Dandismo 1808-2008. De Barbey d'Aurevilly a Christian Dior, en el Museo de Christian Dior de Granville, abierta hasta el 21 de septiembre. El dandi está en el centro de sí mismo, y se convierte en creación y, a la vez, en artista. Decía Wilde: «Uno debe ser una obra de arte o llevar puesta una». Dandis fueron Dalí, Warhol, Duchamp. Baudelaire lo fue de un modo radical, indiferente, reaccionario, que abrazó lo artificioso en lo estético y la inutilidad en lo moral. Decía: «El dandi disfruta el placer de sorprender y la satisfacción orgullosa de no ser sorprendido jamás». 

Algo que también apuntaba Stendhal en Rojo y negro, cuando el príncipe Korasoff le dice a Julián Sorel: «Tiene usted esa frialdad natural que los demás intentamos tan afanosamente afectar».Si Brummel y sus contemporáneos se propusieron el refinamiento extremo, la perfección exterior, para Baudelaire y sus colegas franceses el dandismo fue la manifestación externa de la perfección del espíritu (antiburgués). ¿Y dónde queda la mujer en todo eso? Por seguir con Baudelaire, este confesaba en Mi corazón al desnudo: «Yo confundía el olor del abrigo de piel con el olor de la mujer.En fin, amaba a mi madre por su elegancia. Era, pues, un dandi precoz». Sobre la figura femenina, en general, se manifestaba así : «La mujer es lo contrario del dandi. Así pues, debe provocar horror. 

La mujer tiene hambre y quiere comer. Tiene sed y quiere beber. Está en celo y quiere copular. ¡Vaya mérito! La mujer es natural, es decir, abominable. También esto es siempre vulgar, es decir, lo contrario del dandi». A pesar de esta visión tan reaccionaria, sí que hubo ejemplos femeninos.

Así lo demuestra la lectura de las colaboraciones de Charles Dickens en la revista All the year around, donde comentaba en 1869: «Los dandis y las dandizettes de 1819-1820 deben de haber sido una raza extraña. Dandizette era el término que se aplicaba a las mujeres cuya devoción por la moda y sus ridiculeces era equiparable a la de los dandis». La novela Charms of Dandyism se atribuye a una supuesta mujer-dandi, la excéntrica Olivia Moreland, aunque este podría ser un pseudónimo del escritor Thomas Ashe. Moreland/Ashe definía el dandismo como «vivir con estilo».Estilo. Otro concepto que, en el nuevo siglo, difumina su definición hasta indefinirse.

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