Nintendo al principio fabricaba cartas

Hiroshi Yamauchi siempre tuvo claro que quería ser un gran jugador del mundo empresarial. Ese espíritu fue el que le guió para convertir una pequeña empresa familiar llamada Nintendo, que fabricaba cartas para el mercado de Japón, a un líder del ocio electrónico y de los videojuegos en todo el mundo.

Con tan solo 21 años, Yamauchi, que nunca llegó a terminar sus estudios de Derecho, tuvo que asumir la presidencia de la compañía después de que su abuelo sufriera un infarto. Era 1949 y la empresa se parecía poco a lo que es hoy. El bisabuelo de Hiroshi había fundado Nintendo –que significa "que el cielo decida"– en 1894 para fabricar cartas que se vendían a jugadores profesionales. La empresa vivió años de bonanza y de penurias a la par que la economía nipona, una montaña rusa durante la primera mitad del siglo XX.

Cuando Yamauchi se hizo con las riendas, intentó diversificar y ampliar el negocio pero sus primeros intentos fueron tan llamativos como fallidos. Se introdujo en sectores como los hoteles del amor, los populares establecimientos japoneses que permiten alquilar habitaciones por horas, el arroz o los taxis. En ninguno logró triunfar pero un acuerdo con Disney para estampar sus personajes en cartas fue determinante por dos razones. Le enseñó el valor de crear caracteres que perduraran en la memoria colectiva. Efectivamente, Super Mario es ahora tan conocido como Mickey. Además, ese encuentro con los ejecutivos de Disney en EEUU le abrió los ojos: debía ampliar su negocio fuera de Japón.

En los años 70 su mentalidad visionaria le llevó a entrar en el mundo de los juguetes electrónicos, el precedente que le permitiría introducirse en los videojuegos, para aprovechar las rutas comerciales ya establecidas con sus cartas. Dedicado casi completamente a su trabajo –se dice que su familia apenas le veía en casa–, la gran revolución de Nintendo comenzó a principios de los 80. Ya había lanzado algunos juegos para recreativas anteriormente de poca calidad, pero la invención en 1980 de las Game&Watch, unas consolas portátiles que usaban la tecnología de las pantallas de las calculadoras, fue un éxito.

El verdadero ‘pepinazo’ se logró en 1981, cuando Yamauchi encargó a un joven protegido en la empresa, Shigeru Miyamoto, que creara un juego para recreativas. Su obra fue Donkey Kong, la primera aparición del fontanero Mario, y permitió a la compañía ingresar 180 millones de dólares. El lanzamiento de la consola NES en 1983, de la que vendieron casi 62 millones de consolas y 500 millones de juegos, consolidó a Nintendo como líder del sector. Yamauchi dirigió la empresa 53 años, hasta 2002, cuando cedió la presidencia a Satoru Iwata, el primer presidente que no pertenecía a la familia fundadora.

Yamauchi llegó a ser el hombre más rico de Japón gracias al éxito de la consola Wii, que le permitió aumentar su fortuna a los 7.800 millones de dólares. En el momento de su muerte, causada por una neumonía, aún poseía el 10% de las acciones aunque el valor de éstas ha disminuido considerablemente –su fortuna se estima ahora en 2.100 millones de dólares– debido a la competencia a la que Nintendo debe hacer frente por parte de los teléfonos inteligentes y las tabletas. La consigna de que "los buenos juegos son la receta para vender consolas", que instauró el propio Yamauchi, es la misma que sigue su sucesor para intentar hacer que la empresa remonte el vuelo.

Hiroshi Yamauchi, empresario, nació en Kioto (Japón) el 7 de noviembre de 1927 y murió en la misma ciudad el 19 de septiembre de 2013.

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