El sexting una moda peligrosa

El 'tsunami' virtual que ha azotado esta semana la Universidad de Deusto ha situado en el centro del debate público el uso de los móviles y ordenadores en lo que respecta a los datos e imágenes sensibles. 


La difusión entre centenares de alumnos de la Universidad de un puñado de fotografías y vídeos de chicas y chicos desnudos o semidesnudos agitó las redes sociales, acaparó la atención de los medios de comunicación de todo el país, provocó una concentración de los estudiantes ante las puertas de la institución académica, motivó una investigación de la Ertzaintza y despertó el interés del Ararteko. La propia Universidad y sus alumnos dieron crédito desde el principio a que entre las jóvenes que aparecían fotografiadas por sí mismas ante el espejo había jóvenes de Deusto.

Finalmente, y a falta de que la Policía vasca se pronuncie de forma clara (de momento sólo asegura que no ha encontrado pruebas que demuestren que la 'wifi' de la Universidad fuera pirateada), parece que todo ha sido un 'fake', un bulo. El portal ziza.es asegura haber localizado al menos «algunas» de esas fotos en webs porno, en las que circulan desde hace «varios meses». Este tipo de engaños son frecuentes en internet. El problema es que, en terreno estudiantil, con el acceso inmediato a las redes sociales y la propia asunción de la veracidad de los hechos por parte de la Universidad, la (probable) bola de nieve ha sido imparable.

La cuestión ha puesto el debate sobre la mesa, porque el robo de imágenes de móviles ajenos no es una operación descabellada sino muy sencilla. «No hace falta ser un experto en informática para llevarla a cabo», explica Jorge Bermúdez, fiscal de Gipuzkoa experto en delitos informáticos. ¿Por qué? Porque los usuarios no son conscientes de los peligros. Hay un gran mito en esa concepción de los «nativos digitales», afirma Bermúdez. «Yo nací cuando los coches ya existían, pero tuve que ir a una autoescuela para saber conducir. Los jóvenes saben manejar los móviles y ordenadores desde el primer momento, pero la cultura de la seguridad no la tienen en absoluto asumida», apunta.

El «ecosistema perfecto» para estos robos masivos son las redes inalámbricas públicas (de una biblioteca, de una ciudad, de centros comerciales…), lo que, unido al uso de aplicaciones «con problemas de seguridad» como Tuenti o Whatsapp, que no aplican el cifrado de datos, puede llevar a una «pesadilla» en «cualquier lugar». Según una encuesta de 2016 del Gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno vasco, el 96% de los jóvenes vascos entre 15 y 29 años se conecta a internet (cuatro puntos más que la media española) y el 25% lo hace en la calle o en lugares públicos. Otro estudio del Observatorio Vasco de la Cultura apunta además que el 33% en la misma franja de edades utiliza la Red más de 20 horas a la semana, casi cuatro veces más que el dato registrado dos años atrás.

Rosario del Rey es profesora titular de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Universidad de Sevilla, y una de las investigadoras más reconocidas sobre el bullying y su nuevo hermano dentro del Equipo Multidisciplinar de Investigación de Ciberbullying (ECIMI). Del Rey, que ha asesorado al Departamento vasco de Educación en su protocolo pionero contra este último tipo de acoso y que presta sus conocimientos a la Unión Europea, explica que hay diferencias sustanciales entre uno y otro. «Los índices de comportamiento agresivo son muy altos en el ciberbullying: en muchos casos, como el que podría haber sido el de Deusto, los chicos están contribuyendo a expandirlo porque son analfabetos digitales». La agresión, por ejemplo, puede engordar con un comentario en una foto, subiendo una imagen de un botellón… «Les cuesta distinguir la vida privada de la vida pública, sobre todo cuando la lista de amigos se ha convertido en un indicador de estatus social», constata. «Lo que hay que decirles es que ésos son falsos amigos».

Los chicos y chicas toman como «normales» algunos comportamientos que, en realidad, son faltas y delitos, pero de los que no son conscientes «ni ellos ni sus padres ni sus profesores», advierte la investigadora. Por eso muchas veces ayudan a propagar las agresiones sobre esa premisa social tan antigua de «ha sido el grupo, no yo». «Tenemos que formarles: decirles que hay un reparto de responsabilidades. Que aprendan cuándo no comentar, cuándo dejar de estar y abandonar la red…».
En su versión virtual, la agresión entre iguales crea además «más indefensión», porque cuando el chaval llega a casa de clase o de la universidad «no está tranquilo». Internet y en concreto las redes sociales (en las que si no están, «no existen») permanecen en su vida.

El confuso fenómeno ocurrido en Deusto fue creíble precisamente porque hay una moda que se está instalando entre adolescentes y jóvenes: el sexting, el envío de contenidos eróticos o pornográficos por medio de teléfonos móviles. La inauguró mundialmente la actriz Scarlett Johansson, con unas imágenes que se sacó desnuda para enviárselas a su novio y que fueron robadas y publicadas hasta la saciedad. Rosario del Rey afirma que esta práctica se está extendiendo y es peligrosa: «La duración de las parejas no siempre es larga; confían en esa persona, pero del amor al odio hay sólo un paso, y entonces la ex pareja puede hacer lo que quiera con esa foto».

¿Y qué vallas deben ponerse a esa inconsciente cultura de la exhibición? La profesora repite: «Educación, educación». La Ley orgánica vigente incorpora ya la competencia tecnológica, pero Del Rosario no ve que «el desarrollo de la ciberconducta» se aborde en las aulas. Para ello hacen falta medios: los profesores deben estar formados en este campo que a menudo desconocen, y también los padres, que entienden que han «perdido la batalla» de las nuevas tecnologías. «Pero aunque ellos no las manejen bien, no pueden renunciar a educar a sus hijos. No tiene sentido que los chicos estén conectándose libremente todas las noches, viendo vídeos 'online', cuando deberían estar durmiendo. Hay que controlarlo, y no se está haciendo. Si hace falta, se les deja sólo una hora, o se quita la clave del 'wifi'. Falta mucha conciencia de su responsabilidad», lamenta.

El director de Juventud del Gobierno vasco en funciones, Natxo Rodríguez, apuesta por la «concienciación» social en una cuestión que cada vez atrae a más técnicos de juventud y orientadores de colegios a los cursos del Observatorio Vasco de la Juventud. Y señala un consejo sencillo: «En la cartera no se nos ocurre llevar fotos nuestras en situaciones íntimas; de la misma manera, no es recomendable que en nuestro ordenador o nuestro móvil manejemos con soltura ese tipo de imágenes».

El fiscal Bermúdez, por su parte, reclama más medios para la Justicia y la Policía. Ahora mismo, dice, la unidad de delitos informáticos de la Ertzaintza está compuesta por tan sólo 7 personas, cuando este tipo de casos está aumentando, o al menos su denuncia. Él se ha encontrado con agresores de todo tipo: con «chavales jóvenes, personas mayores, de cualquier extracción social...». Cuando el robo de imágenes o datos tiene motivos sexuales son «sobre todo chicos».

Las víctimas denuncian, dice, cuando «no lo pueden soportar más». Van con sus padres a la comisaría o bien solos. O, como en el caso reciente de una quinceañera, envían directamente un 'e-mail' a la Ertzaintza. El hallazgo del culpable no. El hallazgo del culpable no está garantizado, porque a veces desde el punto de vista técnico «es muy complicado». Pero al menos, concluye Bermúdez, «lo bueno es que en internet siempre queda el rastro».

Uno de cada cuatro jóvenes se conecta en lugares públicos, más inseguros
«Los padres no pueden renunciar a educar a sus hijos», advierte una experta

A Pablo y Jacobo, estudiantes de 1º de Derecho y ADE, también les han llegado las famosas fotos, pero aseguran que las han borrado antes de verlas. «La semana pasada ya estaban circulando algunas, y el boom fue el martes», apunta Pablo. Para Jacobo, la polémica está clara: «La mayoría no son fotos de Deusto. Algún graciosillo filtró un par y las mezcló con otras».

Daniel, Aiara, Cristina e Irene, primerizos de Derecho Económico, recibieron las fotos por Whatsapp, aunque dicen no reconocer a nadie. Cristina, sin embargo, matiza que los artífices de la macabra broma «se han pasado mogollón». Aiara le da la razón: «La gente también hace bromas y ayudan a pasarlo». «Al final estamos a merced de todos esos», apunta Daniel. 

Bego paseaba por las calles de Bilbao cuando le increparon con un «Rubia, ¿tienes una foto de ésas?». La joven y sus amigas Ariane e Isa, todas de 1º de Magisterio, están indignadas: «Nos están pintando como guarras», señala Isa. Ariane va más lejos: «Están fastidiando la vida de la gente», sostiene, para relatar que en la concentración del jueves habían visto a una chica llorando. 

Alba, de 4º de Psicología, trastea con su ordenador portátil en la cafetería. No se siente en peligro por usar la red wifi, porque ha llegado a sus oídos que las filtraciones se produjeron cuando se perdieron «unos móviles». Su correo rebosa de mensajes sobre el tema. «La mayor parte son bulos. Creo que habrá que esperar un poco más para entender todo lo que ha ocurrido».

Asier, estudiante de 1º de Psicología, cree que los dueños de las fotos deberían haber tomado precauciones. «Si tienes esas cosas hay que protegerlas y medir las consecuencias de los actos», señala. Su amiga Marina, del mismo curso de Humanidades, no está de acuerdo: «Cada uno tiene que hacer lo que quiera con sus cosas. Yo no tengo nada importante..., pero ya estoy sobre aviso».

A Juan, estudiante de 5º de Ingeniería Industrial, le enviaron las fotos desde otras universidades del país, y por eso cree que aunque la filtración comenzó en Deusto, las fotos «no eran todas de aquí». La polémica le ha hecho reflexionar: «Hay gente que no tendría que tener móvil. La tecnología nos ha sobrepasado, esto se nos va de las manos», afirma.

Iraia, María y Eneko, compañeros de 2º curso de Lenguas Inglesas, recibieron el e-mail de la universidad en el que se especificaba que la red wifi no había sido hackeada, pero que podría haber una falsa que copiaba a la de la institución. Aun con todo, Iraia achaca fallos de seguridad oficiales: «Si en Deusto hubiesen tenido un mejor corafuegos, esto se habría detectado antes».

Manuel, docente del Departamento de Psicología y Educación, ve la polémica desde otra perspectiva. «Las fotos le llegaron hasta a mi hija de 14 años. Vivimos en una sociedad que necesita exhibirse, en la que muchos jóvenes cuelgan fotos en las redes sociales en posturas sensuales. En esto los medios hacen bastante daño, porque dan una visión sesgada de la realidad», explica.

El protocolo del Departamento vasco de Educación contra el 'ciberbullying' apunta algunos indicios de estar implicado en este tipo de acoso, como víctima o agresor: el pasar muchas horas conectado a internet o al móvil, el no ser supervisado por los padres en estos hábitos, el no hablar sobre lo que sucede en la Red, o considerar que quedarse sin móvil es uno de los peores castigos posibles.

Los expertos ofrecen consejos útiles. Para empezar, pedir ayuda a los padres o a un adulto de confianza; nunca responder a las provocaciones; no hacer presunciones sobre los implicados porque actuar sobre bases equivocadas puede aumentar los problemas; y tratar de evitar las redes sociales o comunidades 'online' donde se sufra el problema, o bien cambiar de número de teléfono mientras no se arreglen las cosas. Es muy importante proteger la privacidad evitando a los intrusos (chequear a fondo el equipo en busca de virus, cambiar las contraseñas), depurar la lista de contactos, repasar la información que uno publica, tratar de eliminar los comentarios que puedan dañarnos, comunicar a los contactos qué tipo de información no deseamos que circule sobre nosotros…También conviene guardar las pruebas del acoso; decirles a los acosadores, sin agresividad, que lo que hacen molesta y que además está perseguido por la Ley dejar constancia de que denunciaremos si la situación persiste; y tomar medidas legales si todo lo anterior no ha funcionado.

Uno mismo puede arreglárselas para mitigar los daños en las redes sociales y otras comunidades web. El protocolo que ha editado el Gobierno vasco (se puede encontrar, explica las fórmulas paso a paso: cómo reducir los riesgos al etiquetarse en fotografías, cómo dejar de estar presente en Tuenti, cómo recuperar la identidad robada… Cómo manejarse día a día con responsabilidad en el maremágnum de las redes sociales.

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